La telecirugía (más conocida como cirugía a distancia), es
tal como te imaginas, es básicamente un médico sentado frente a un ordenador
(que cuenta con un software y un hardware altamente especializados) en algún
lugar del mundo y desde allí controla a un robot que lleva a cabo una cirugía
en otra parte del mundo .Probablemente nadie que haya pagado una cirugía se
sorprenderá, pero las cirugías realizadas por robots, guiados por humanos, son
más baratas que aquellas realizadas solamente por humanos, especialmente cuando
se tiene que viajar.
La telecirugía, por lo tanto, ofrece a los médicos altamente
capacitados la posibilidad de realizar cirugías en pacientes que vivan en
partes del mundo que carecen de cirujanos capacitados.
Esta tecnología abre un nuevo mercado potencialmente grande
para procedimientos médicos que son relativamente baratos en todo el mundo.
¿Cómo se realizan? ¿Qúe peligro tiene hacerlas utilizando Internet?
La primer cirugía remota tuvo lugar el 7 de
septiembre de 2001 cuando una cirujana francesa realizó desde Nueva York una
colecistectomía (cuando te sacan la vesícula) a una mujer que se encontraba en
Estrasburgo. Para la operación se utilizaron fibras ópticas dedicadas y
redundantes y con ese aporte convirtieron la técnica de cirugía remota en un
recurso muy importante de la medicina. Desde ese momento a hoy, no se ha
registrado jamás un incidente en lo que respecta a infraestructura dentro de la
cirugía remota, pero eso no significa que sea segura.
Esta táctica es tan segura (siempre y cuando todos los
dispositivos involucrados estén libres de malware) como tremendamente cara.
Por desgracia, los beneficios monetarios de la telecirugía
desaparecen cuando se utiliza una línea dedicada para la conexión entre el
cirujano y el paciente.
Para que la cirugía a distancia funcione bien, en términos
económicos, los telecirujanos se han visto obligados a experimentar con otras
soluciones de comunicación más baratas, como Internet.
Pues como os habréis imaginado, ciertos dispositivos y
protocolos que se utilizan en las telecirugías son vulnerables ante peligrosos
ataques electrónicos.
En este caso, por ejemplo, los investigadores de la
Universidad de Washington (University of Washington), dirigido por la experta
en interacciones ciber-físicas, Tamara Bonaci, se centran en las tecnologías de
comunicación necesarias para llevar a cabo la telecirugía. Los investigadores
descubrieron que no sólo es posible monitorizar o interrumpir las cirugías que
se llevan a cabo de forma remota, sino que también se pueden apoderar de ellas
por completo.
Así que Bonaci y su equipo se pusieron manos a la obra atacando el robot quirúrgico, Raven II. A un lado de la conexión, el doctor cuenta con aparatos con los cuales puede ver y controlar al robot que lleva a cabo la cirugía al al otro lado de la conexión. Al vídeo se le suma una consola avanzada con retroalimentación sensorial basada en el contacto para que el cirujano pueda tener la sensación real de la operación.
El sistema desde el
lado del médico está basado principalmente en Linux, mientras que el sistema operativo del
robot se comunica a través de redes públicas, utilizando un protocolo que se
llama Protocolo de Telecirugía Interoperable.
Los investigadores comentaron que apoderarse
del dispositivo de cirugía remota fue algo bastante fácil dado que el Protocolo
de Telecirugía Interoperable es un estándar abierto y cualquiera tiene acceso a
él.
Más allá de eso, los investigadores fueron
capaces de retrasar las señales enviadas al dispositivo y hacer que éste
actuara de modo errático al modificar las señales que se les enviaban por
Internet.
En varios casos los investigadores fueron
capaces de activar los mecanismos de parada automática de seguridad del robot,
llevando a cabo una especie de ataque de denegación de servicio.
Lo más sorprendente
es que el vídeo de la operación de Raven II fue transmitido públicamente a
través de Internet sin ser cifrado. En
otras palabras, cualquier persona podía verlo.
En un caso de prueba, los investigadores
cifraron el protocolo de telecirugía perteneciente a comandos y el resultado no
tuvo un impacto negativo significativo ni en los materiales,ni desde el punto
de vista financiero o de la ejecución . Sin embargo, los investigadores
señalaron que cifrar el vídeo no sería factible para el sistema de Raven II ya
que a menudo se utiliza para cirugías en zonas remotas del mundo cuyos equipos
de redes no siempre aportan la mejor conexión.
La cibersalud requiere de ciberseguridad, pero como todo dispositivo es hackeable -porque todos han sido hechos por personas- lo recomendable es que jamás se incorpore hardware ni software que exponga a una persona a morir en manos de alguna mercenaria digital.
La venta de dispositivos médicos tele-operados está aumentando un 20% cada año.....
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